“Brille su luz delante de los hombres de
modo que, al ver sus buenas obras, den gloria a su Padre que está en los
cielos” (Mateo 5, 16)
Lo que escribo a continuación es solo parte de lo poco que sé, a
partir de mi experiencia por este difícil pero bello caminar junto a
Cristo y la Iglesia Católica. Probablemente tú, al igual que yo, has
pensado: “¡Qué fácil es ser cristiano en la Iglesia, pero qué difícil es
serlo en el mundo!”.
Es normal ¿no crees?, por un lado en tu parroquia todos son iguales,
hay un par de críticas y chismes, pero al final del cuento nadie critica
tu fe, porque todos están ahí porque Cristo los ha unido. Por otro
lado, cuando salimos al mundo la cosa se pone tensa; en tu colegio o
universidad te da pena que te digan en voz alta que te vieron en misa, a
la hora del almuerzo te da pena persignarte en público, en tu casa te
da miedo que te escuchen cantar el corito del salmo o la alabanza de tu
retiro… En fin, qué conflicto interno más complicado ¿no?, Es por eso
que este día quiero decirte seis cosas:
- No eres el único
Lo primero que quiero que sepas al leer esta carta es que no eres el
único, a mi también me da [o me ha dado] pena. Es natural que en algún
momento de nuestras vidas, sea cual sea la razón, neguemos a Jesús, el
mismísimo san Pedro lo hizo tres veces con canto de gallo incluido.
Ahora bien, el hecho que sea algo común no quiere decir que sea algo
correcto. San Pedro negó a Jesús porque tuvo miedo, porque horas antes
en lugar de orar y velar, se quedó dormido. Quizás por eso a ti y a mi a
veces nos da pena nuestra fe, porque preferimos dormir en lugar de
orar.
Al orar entablamos una dialogo con Jesús, al tener un diálogo con
Jesús nos acercamos a su encuentro vivo y real; pues solo un encuentro
con Jesucristo vivo nos permite encaminarnos hacia una conversión
verdadera, iluminada por el Espíritu Santo. Mi párroco decía el otro día
en la homilía: “Cuidado con caer en la tentación de pensar que por
conocer mucho se tiene fe, no, ese conocimiento es solo conocimiento
religioso, la fe es mucho más que eso, la fe es poner todo lo que sé en
práctica”.
- Hay jóvenes como tú que soportan más que una crítica
Durante estos últimos meses, he leído con mucha tristeza tantas
noticias desgarradoras sobre los cristianos perseguidos, una de las
noticas que más me conmovió fue la del joven de 14 años llamado Nauman
Masih, quien mientras se cruzaba la calle fue interceptado por un grupo
de jóvenes musulmanes quienes lo detuvieron y al darse cuenta que era
cristiano lo golpearon, le rociaron con gasolina y le prendieron fuego
dejándolo con un 55% de su cuerpo quemado: “Los jóvenes que me han
agredido eran unos perfectos desconocidos para mí. Comenzaron a pegarme
al saber que soy cristiano. Trate de escapar pero me persiguieron y me
rociaron con la gasolina”, dijo el joven víctima del ataque. Cinco días
más tarde
Nauman muere en el hospital.
Mientras tú te preocupas por las críticas y “el qué dirán” de tu fe,
en medio oriente los jóvenes de tu edad son quemados vivos o decapitados
por decir con firmeza “soy cristiano”. ¡Qué fe tan grande la que hay
que tener para no negar a Jesús! Así dice el Señor:
“Dichosos los perseguidos por hacer la
voluntad de Dios, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos
serán ustedes cuando los injurien y los persigan, y digan contra ustedes
toda clase de calumnias por causa mía. Alégrense y regocíjense, porque
será grande su recompensa en los cielos, pues así persiguieron a los
profetas que vivieron antes que ustedes” (Mateo 5, 10-12).
- No seas tan romántico y comienza a trabajar
¿Recuerdas esas frases bonitas que escuchas a diario? Pues déjame decirte que no son únicamente para
tuitearlas…
son también para que las pongas en práctica. Sólo quien tiene un
corazón dispuesto a escuchar a Cristo, encontrará en el consejo del
prójimo el aliento de fe enviado por el Señor. Pídele al Espíritu Santo
un corazón dócil y humilde para poder descubrir en la Palabra de Dios su
santa voluntad, pregúntale sin miedo: “Señor, ¿qué más puedo hacer yo
por ti?”.
- Si hay que declararse loco, entonces bienvenido al manicomio de amor
Siempre tengo presente el momento en el que mientras servía en un
retiro, un joven de aproximadamente 13 años dijo después de haber
aceptado a Cristo en su vida: “Si se necesita estar loco para amar a
Cristo, pues entonces me declaro locamente enamorado de Cristo”, y no,
no es una frase de un santo [aún], es una frase dicha por un joven de 13
años totalmente enamorado de Nuestro Salvador Jesucristo, “Porque si
estamos locos, es para Dios; y si estamos cuerdos, es para vosotros” (2
Corintios 5, 13).
- ¡Ya! En serio… me da pena porque no soy ningún santito
Jesús vino por los pecadores no por los santos, este camino no se
trata de quién soy yo por mi cuenta, sino quién soy gracias a con quien
voy. La Iglesia es como un hospital donde va la gente que está enferma,
es como un gimnasio donde va gente que tiene propósitos para mejorar su
condición física, la Iglesia es como una madre, que ama, abraza,
consiente, guía y corrige con amor a sus hijos. Es hora que te quites el
concepto de la Iglesia de los perfectos, por la Iglesia de personas
imperfectas en búsqueda de alcanzar la santidad, además perfecto solo
Dios.
- ¿Y si pierdo amigos?
¿Esto es enserio? ¿de esto se trata todo? En primer lugar quiero
decirte que ese es un mito falso, tan falso como que si te puedes lamer
el codo… las personas que realmente son tus amigos te van a seguir
queriendo igual o más que antes. Segundo, yo puedo darte fe que las
amistades que encuentras en el camino del Señor no son promociones de
temporada, son amistades que trascienden el concepto de amigo, son como
hermanos. Tercero, no tengas miedo de hablarles de Jesús, invítalos al
manicomio de amor,
apadrínalos y guíalos en sus primeros pasos en la Iglesia. Motívalos y
ora mucho para que perseveren; un día recibirás una llamada de
agradecimiento por tu invitación y te llenará de gozo ver cuánta alegría
y conversión hay en su nueva vida, yo sé que sabes de qué estoy
hablando.
Si de algo estoy seguro en mi vida es que lo mejor que me pudo haber
pasado en mi vida es haber conocido a Jesús desde adolescente, hoy con
mis
veintitantos años puedo decirte que soy feliz porque “ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mi” (Gálatas 2,20).
Por esas razones y muchas más decidí escribirte esta carta a ti, que
no te conozco, pero que sé que al igual que yo te has avergonzado de tu
fe, y que espero que con lo que acabas de leer, conmueva una pequeña
parte de tu ser para proponerte firmemente a rendirte a los pies de
Jesús y decirle con mucha fe al mundo entero: “Yo sé que soy
especialista en la imperfección, pero soy discípulo del maestro
perfecto, soy lo que soy gracias a mi Jesús”.
No te quedes esta carta para ti mismo, compártela y envíala a tus amigos de tu movimiento o grupo juvenil de tu parroquia.
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