https://elpais.com/elpais/2017/09/28/hechos/1506600109_633771.html
Madrid
La Guardia Civil no es un cuerpo paramilitar. Podría parecer
absurdo tener que desmentir que el instituto armado sea un grupo armado
irregular que opera al margen de ley si no fuera porque la prensa
internacional —prensa seria, The Guardian, Financial Times o The Washington Post,
por ejemplo— se empeña en utilizar el adjetivo “paramilitar”, con las
funestas connotaciones dictatoriales y violentas que conlleva, para
aclarar qué es la Guardia Civil cuando la cita en alguna de sus
informaciones sobre el desafío independentista de Cataluña.
El
término inglés “paramilitary” no es el más correcto para explicar a los
lectores anglosajones la idiosincrasia de la Guardia Civil, tal y como
ha señalado Eduardo Mendoza en El descarrilamiento del 'procés'.
La Guardia Civil es un cuerpo de seguridad pública de naturaleza
militar y ámbito nacional —su actuación está reglada también en
Cataluña—, que forma parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
Estado y que se somete, por tanto, a la legislación española e
internacional. “Ni está compuesta por mercenarios ni se comportan sus
miembros como paramilitares”, protestan desde la Unión de Guardias
Civiles, una de las dos organizaciones del instituto armado.
Cierto es que el diccionario de Oxford se limita a traducir la palabra como “organización similar a una fuerza militar”, lo que podría aludir a la naturaleza ciertamente militar de la Guardia Civil. Sin embargo, el diccionario de Cambridge especifica que “un grupo paramilitar está organizado como un Ejército pero no es oficial y a menudo no es legal”.
La primera acepción es la que parecen usar Financial Times o The Washington Post
cuando aluden a la “policía nacional paramilitar de España”. Sin
embargo, la palabra “paramilitar” tiene también en inglés una
connotación negativa y es el adjetivo que la prensa británica ha usado
para describir a los grupos armados ilegales de Irlanda del Norte como
el Ejército Republicano Irlandés (IRA) o la Fuerza de Voluntarios del
Ulster (UVF). En Colombia, por ejemplo, se consideran grupos
paramilitares a los cuerpos armados ilegales de extrema derecha que
desde la década de los setenta combatían a los grupos guerrilleros con
el objetivo de apoyar al Ejército regular.
Este significado, de grupo paralelo armado que actúa al
margen de la ley, es el que han interpretado, al menos, parte de los
lectores anglosajones, tal y como han dejado constancia en Twitter. Y
desde luego es el que emplean los tuiteros independentistas en sus
mensajes en inglés para hablar de la llegada de la Guardia Civil
a “ocupar” Cataluña.
The Guardian, por ejemplo, subraya la supuesta connotación negativa de la Guardia Civil al asegurar que es un cuerpo “paramilitar, fuertemente asociado por algunas personas a la dictadura fascista”. No hace mención alguna, sin embargo, a que el instituto armado es una de las instituciones más valoradas por los españoles, según el CIS. Tampoco al general José Aranguren, al frente de instituto armado en Barcelona en 1936 y uno de los artífices de que fracasara el golpe de Estado del 19 de julio en la capital catalana. El general, al que Lorenzo Silva ha dedicado el Libro Recordaré tu nombre (Editorial Destino) para reivindicar su figura, fue fusilado en 1939 por las tropas franquistas por mantenerse fiel a la República.
Cierto es que el diccionario de Oxford se limita a traducir la palabra como “organización similar a una fuerza militar”, lo que podría aludir a la naturaleza ciertamente militar de la Guardia Civil. Sin embargo, el diccionario de Cambridge especifica que “un grupo paramilitar está organizado como un Ejército pero no es oficial y a menudo no es legal”.
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The Guardian, por ejemplo, subraya la supuesta connotación negativa de la Guardia Civil al asegurar que es un cuerpo “paramilitar, fuertemente asociado por algunas personas a la dictadura fascista”. No hace mención alguna, sin embargo, a que el instituto armado es una de las instituciones más valoradas por los españoles, según el CIS. Tampoco al general José Aranguren, al frente de instituto armado en Barcelona en 1936 y uno de los artífices de que fracasara el golpe de Estado del 19 de julio en la capital catalana. El general, al que Lorenzo Silva ha dedicado el Libro Recordaré tu nombre (Editorial Destino) para reivindicar su figura, fue fusilado en 1939 por las tropas franquistas por mantenerse fiel a la República.
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