16.04.2015 14:53 h.
9 min
Sorprendentemente, las duras acusaciones que Tarradellas lanzó en 1981 contra Pujol podrían dirigirse, casi sin cambiar una coma y con total acierto, al actual presidente de la Generalidad, Artur Mas.
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En su carta, Tarradellas lamentaba que Pujol -que llevaba diez meses al frente del Ejecutivo autonómico- trataba de "ocultar el fracaso de toda una acción de Gobierno y de la falta de autoridad moral de sus responsables" mediante la utilización de "un truco muy conocido y muy desacreditado, es decir, el de convertirse en el perseguido, en la víctima".
Y añadía:
"Así hemos podido leer en ciertas
declaraciones que España nos persigue, que nos boicotea, que nos recorta
el Estatuto, que nos desprecia, que se deja llevar por antipatías hacia
nosotros, que les sabe mal y se arrepienten de haber reconocido
nuestros derechos e incluso, hace unos días llegaron a afirmar que toda
la campaña anticatalanista que se realiza va encaminada a expulsarlos de
la vida política. Es decir, según ellos, se hace una política contra
Cataluña, olvidando que fueron ellos los que para ocultar su incapacidad
política y la falta de ambición por hacer las cosas bien, hace ya diez
meses que empezaron una acción que solamente nos podía llevar a la
situación en que ahora nos hallamos".
"Ruptura de la unidad" de Cataluña y "enfrentamiento con [el resto de] España"Tarradellas insistía en que, desde el mismo momento de la toma de posesión de Pujol, este se había dedicado a romper "los vínculos de comprensión, buen entendímiento y acuerdos constantes que durante mi mandato habían existido entre Cataluña y el Gobierno" y que también conllevaría "la ruptura de la unidad de nuestro pueblo".
"El hecho es que desgraciadamente se ha pasado de una situación llena de mutua confianza, de fraternidad y sin resentimientos ni complejos a la de ahora, que algunas veces es de franco desinterés por Cataluña y otras de oposición, cuando antes ocurría todo lo contrario", subrayaba.
E insistía en que "ahora no se proclamará el Estado Catalán ni la República Federal española, ni los partidos lanzarán sus militantes a la calle, ni los responsables de todo cuanto sucede morirán por Cataluña", sino que lo que se busca es hacer "fracasar nuestra autonomía, consiguiendo la desunión de Cataluña y el enfrentamiento con España; y por esto, la actitud de los autores de esta situación es imperdonable".
Como el 6 de octubre de 1934
"Siempre redordaré que el 5 de octubre del año 1934, a las 5 de la tarde, acompañado del diputado señor Juan Casanelles, fui a la Generalidad a visitar al presidente Companys para manifestarle nuestra disconformidad con la política que una vez más se realizaba, rogándole que evitara lo que todo indicaba que iba a suceder aquella misma noche, es decir: la ruptura por la violencia de las relaciones con el Gobíerno", explicaba Tarradellas.
"No se nos escuchó, la demagogia y la exaltación de un nacionalismo exacerbado pesó más que la opinión de aquellos que preveíamos, como así ocurrió, un fracaso rotundo", insistía.
Y concluía: "Entonces, al igual que ahora, mi disconformidad con lo que pasó fue también total. [...] Es desolador que hoy la megalomanía y la ambición personal de algunos nos hayan conducido al estado lamentable en que nos encontramos y que nuestro pueblo haya perdido, de momento, la ilusión y la confianza en su futuro".
Provocar al resto de España
Tarradellas también acusaba a Pujol de que con "su conducta nacionalista" pretendía "utilizar todos los medios a su alcance para manifestar públicamente su posición encaminada a hacer posible la victoria de su ideología frente a España".
Y explicaba que la estrategia de Pujol era conseguir "que se iniciara en todas partes, y, principalmente en todos los demás pueblos de España, una campaña de la cual Cataluña podía salir muy perjudicada".
Pujol le prohibió gritar "viva España" en su investidura
En su carta, Tarradellas denunciaba que Pujol le vetó en su intención de acabar el discurso con motivo de la investidura del nuevo presidente de la Generalidad con un "viva España", además del "viva Cataluña".
Así, explicaba: "Días antes, le indiqué [a Pujol] que me parecía normal que en este acto acabara mi parlamento con las palabras tradicionales de siempre, es decir, gritando vivas a Cataluña y a España. Esta propuesta me parecía lógica, pero con gran sorpresa por mi parte no fue aceptada. [...] Ya sabía que él solamente quería tener presente a Cataluña, pero para mí esto era inaceptable: eran ambos pueblos los que debían ir unidos en sus anhelos comunes".
"Propagandas tendenciosas", "espirítu engañador" y "política de provocación"
Sus críticas a Pujol no terminaron ahí. "Hoy podemos afirmar que, debido a determinadas propagandas tendenciosas y al espíritu engañador que también late en ellas, volvemos a encontrarnos en una situación que me hace recordar otras actitudes deplorabes del pasado", aseguraba Tarradellas.
Y calificaba la política de Pujol de "sectaria, discriminadora y carente de todo sentido de responsabilidad". Por ello, hacía constar su "más enérgica protesta ante la política de provocación que Cataluña inició el mismo día de la toma de posesión del presidente Pujol y que todavía continúa, debido por una parte a la política de intimidación engañosa que se hace desde la Generalidad y por otra, abusando de la buena fe de los que hay que reconocer que están tendenciosamente informados".
Actuación prepotente en la cuestión de la lengua en las escuelas
Otro de los aspectos que le recriminaba a Pujol fue su "alocada política" en el tema de la lengua en las escuelas, al haber actuado con "orgullo" y "frivolidad".
Tarradellas era partidario de "una política de pacto, desprovista de todo partidismo político", y acusaba a Pujol de haber convertido "la cuestión de la lengua" en "un problema político y partidista" por haber manteido una actitud de "suficiencia y pensando que solamente nosostros teníamos razón".
Advertencia sobre actuaciones inconstitucionales
Tarradellas también se mostraba partidario de eliminar las diputaciones, pero buscando el acuerdo, y no tratando de saltarse la ley.
"Hoy nos encontramos con que el Gobierno de la Generalidad y el Parlamento [autonómico] quieren hacer desaparecer las diputaciones e integrarlas a la Generalidad, haciéndolo de tal forma que es inconstitucional. Y ¿por qué lo hacen? Creo que para desencadenar la campaña que se está llevando a cabo y para convertirse en las víctimas de una situación que ellos mismos han creado para beneficiarse en las próximas elecciones", advertía.
"La división cada día será más profunda"
Finalmente, concluía alertando de que, con las políticas nacionalistas que estaba empezando a aplicar Pujol, "la división cada día será más profunda, y se alejará más y más de nuestros propósitos de consolidar para nosotros y para España la democracia y la libertad a la vez que los equívocos que surgirán entre nosotros serán cada día más graves".
No cabe duda de que el análisis y los temores que Tarradellas describía en su carta en 1981 bien podrían ser extrapolables a la actualidad.
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