Mercedes y Lewis Hamilton escaparon
de Singapur fortalecidos después de que los dos Ferrari se pegasen un
tiro en el pie en la salida. En esa carrera nocturna, el sol brilló para
Mercedes. No solo por el suicidio de los Ferrari y Max Verstappen,
también porque, pese a las dudas de su rendimiento, sus coches
rindieron más de lo esperado. Nada que ver con aquel gran premio
catastrófico de hace dos años.
Singapur fue un golpe de
suerte para Lewis Hamilton porque sacó beneficios de una jugada
perdedora. En Malasia, otra vez con malas cartas, el inglés volvió a
bailar un agarrado con la fortuna. Nadie encontraba una razón lógica,
pero en un circuito de chasis y motor como Sepang los Mercedes
evidenciaron desde el primer momento que el fin de semana podía ser un
drama.
No sólo Ferrari se mostraba más competitivo, también Red Bull. Y cuando las caras largas y las dudas se multiplicaban en el box
de Mercedes, la historia dio un giro inesperado. Puede que por las
prisas o por la presión del momento o por arriesgar un poco más de lo
razonable, el coche de Sebastian Vettel empezó a dar
muestras de debilidad. El sudor de los mecánicos que cambiaron en dos
horas toda la unidad de potencia no sirvió de nada. Algo estaba mal. En
plena clasificación del sábado, con el cronómetro descontando segundos y
el coche destripado en el garaje, Maurizio Arrivabene
colaboró metiendo sus narices entre los técnicos. Ayuda yerma la de
alguien que no aporta nada en medio del pánico y que sólo busca salir en
la foto. Su presencia duró hasta que un humilde mecánico le hizo un
gesto para que se fuera y les dejara en paz.
Así, jugarretas del destino, Vettel, que hubiese sido el poleman con relativa facilidad, tenía que salir último y Raikkonen,
que salía segundo tras Hamilton, se quedaba fuera de combate en la
carrera antes de empezar. Otra vez el caos, el pánico, la tensión y las
narices de Arrivabene. Otra vez el golpe de suerte para Hamilton, otra
vez un cambio repentino de guion. El drama previsto para el personaje
principal se convirtió en un sainete. Sí, es cierto que el inglés no
ganó la carrera y que la remontada de Vettel fue meritoria, pero el fin
de semana terrorífico de Mercedes se saldó con cinco puntos de ventaja
más del piloto inglés sobre el alemán y una carrera menos en el
calendario.
El resto fue cosa de los coches azules. Max Verstappen ganó su segunda carrera de Fórmula 1 sin aparente sufrimiento y Daniel Ricciardo
volvió a demostrar su tremendo talento con el tercer escalón del podio.
Los Red Bull, una vez más, nos enseñaron las virtudes del mejor chasis
de la temporada y también de lo que serían capaces de hacer si tuvieran
un motor más potente. Para reivindicar las presuntas bondades
aerodinámicas del McLaren, Stoffel Vandoorne logró meter su coche en la zona de puntos en una de las mejores carreras del piloto belga.
Los españoles se fueron con las manos vacías. Carlos Sainz se quedó compuesto y sin coche; Fernando Alonso
terminó la carrera. Las conversaciones con McLaren dan la sensación de
que han encontrado algún obstáculo y ahora están detenidas. No creo que
el problema sea de dinero, aunque aún no sé como los de Woking van a
sacar adelante el presupuesto sin Honda pagando buena parte de la
fiesta. Además, McLaren, que es noveno en el mundial de constructores,
verá muy limitados sus ingresos y tendrá que afrontar el pago al
completo de los servicios de Alonso, además del suministro de motores a
Renault.
Ellos sabrán cómo lo van a hacer, yo no tengo
ni idea. Supongo que el problema de la renovación de Fernando puede
estar en la duración del contrato. McLaren quiere un enlace largo y
Fernando probablemente quiera garantizarse la salida en caso de que las
cosas no vayan bien en 2018. Especialmente en un año en el que muchos
pilotos terminan contrato con sus respectivos equipos y en el que puede
haber muchos movimientos. Es posible también que Fernando quiera
libertad para poder afrontar otras carreras y competiciones si el
rendimiento del McLaren no le coloca en la batalla por el título. Sólo
así entiendo este frenazo a la falta de acuerdo que después de la marcha
de Honda tendría que haber sido casi automático.
Dice Eric Boullier
que hasta dentro de dos semanas como mínimo no se sabrá nada. Sin
embargo, la Fórmula 1 se va a Japón y aunque no creo en las
casualidades, allí se anunció el fichaje de Fernando por Ferrari y allí
se fraguó su marcha de la Scuderia años después. Un escenario
históricamente propicio para líos, tensas negociaciones y anuncios. Por
cierto, os escribo estas líneas desde un avión con dirección a Tokio.
Hace dos años que no piso un paddock de Fórmula 1, pero estaré en Suzuka. Ya os contaré...
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