La esclavitud de la mujer occidental
Foto: ISTOCK
En lo que se refiere a la imagen de la mujer, quizás uno de los temas que genera más polémica en el mundo es el del pañuelo que llevan las mujeres musulmanas. Sin embargo, ¿no son algunas costumbres de las occidentales mucho peores? Los tacones que llevamos la mayoría de nosotras son dolorosos, costosos, imprácticos, exagerados, provocan lesiones y problemas de salud, limitan el movimiento, dificultan la defensa y la huida en caso de peligro, alientan el consumismo y banalizan a la mujer. ¿Cuántas de esas cosas hace un pañuelo?
Por supuesto, además de las plataformas y los stilettos hay otros bienes de consumo femenino superfluos, nocivos y caros. El maquillaje, además de ser agresivo para la piel, puede contener sustancias cancerígenas. Es cierto que lo mismo ocurre con otros productos no destinados particularmente a las mujeres, pero el maquillaje suele ser innecesario. Como también las mascarillas, el suavizante, la loción hidratante específica para cada zona del cuerpo, el ácido hialurónico, el exfoliante, el tónico, el anticelulítico, el esmalte, el quitaesmalte y todas esas cremas que las mujeres usan a menudo.
Está en marcha nada menos que una lucha por los derechos civiles, encabezada por los jóvenes y su inagotable energía.Los tacones, los cosméticos y el culto a la imagen en general marcan diferencias entre hombres y mujeres. A ellas no se les toma tan en serio y terminan ocupando puestos de trabajo inferiores o peor remunerados. Ya sabemos que ganan menos: un 16,1% menos en la Unión Europea y un 17,8% en España, según la Comisión Europea y el Instituto Nacional de Estadística. En Estados Unidos ese porcentaje llega al 21%. Incluso perciben menos cuando desempeñan la misma labor. Esto ocurre en todas las edades, razas y nivel educativo, en una medida u otra.
Algunos hombres se preguntan por qué no llevamos calzado plano, pero ellos mismos siguen señalando las curvas (que los tacones acentúan) como uno de los principales criterios a la hora de escoger a su pareja. Hace unos días se publicó un artículo en el New York Times titulado "Por qué los hombres prefieren casarse con Melanias pero criar a Ivankas", sobre la esposa y la hija del candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump. Según el artículo, parece que algunos hombres contraen matrimonio con mujeres atractivas, como la ex modelo y ama de casa Melania, pero educan a sus hijas para que se realicen profesionalmente, como Ivanka. Ven a sus niñas objetivamente, como personas que deben labrarse un futuro.
Uno podría decir que Donald Trump es un caso poco común, exagerado (de la aspirante presidencial Carly Fiorina dijo: "Mira qué cara tiene, ¿quién va a votar a alguien así?"). Pero muchos jefes de gobierno, por seguir con la clase política, parecen prestar también bastante atención al físico, como el presidente francés François Hollande, cuya tercera pareja es una actriz diecisiete años menor que él. Respecto a la edad, es como si cada año que envejece un hombre, la mujer envejeciera dos.
Las mujeres no luchamos lo suficiente contra esta tendencia a venerar la imagen. Al contrario, hay muchas que recomiendan a sus amigas que se pinten más. Personas por lo demás inteligentes, educadas y prácticas. Este círculo vicioso de hombres que prefieren a mujeres bellas y mujeres que reaccionan mejorando su presencia y dando lecciones no solicitadas a las demás lo alimenta, obviamente, el enorme poder de los medios. Las revistas de moda están en todas partes aunque no las compres, los anuncios en tu tableta aparecen aunque no los busques y y las películas siguen proyectando estereotipos de género, aunque de una forma velada.
En las últimas décadas la sociedad ha abierto las puertas a las jóvenes que desean ir a la universidad: hoy en día son el 58% de los licenciados en los países de la OCDE y casi la mitad de los doctorados. Pero los criterios para valorarlas no han cambiado al mismo ritmo. Les damos un título pero les pagamos menos o las empleamos como secretarias. Les aseguramos que el interior es lo que cuenta pero las animamos a que se destrocen el metatarso para estar guapas. Hay una diferencia entre lo que se les ha facilitado hacer desde niñas y lo que realmente se les pide hacer después, entre lo que muchos hombres dicen que aprecian en una mujer y lo que realmente aprecian. Eso crea un conflicto interior en las mujeres y dificulta el progreso de un país en su conjunto.
Si la sociedad occidental quiere que las musulmanas se liberen del pañuelo, ¿por qué me esclaviza a mí con los tacones? Adoptamos una actitud deliberadamente sesgada al analizar cualquier asunto, desde una prenda de ropa hasta un conflicto bélico. Los que lo hacen mal son siempre los otros.
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